lunes, 21 de diciembre de 2009

EVERETT REIMER, LA ESCUELA HA MUERTO (IX)

9       REDES DE PERSONAS





     El aprendizaje es un simple apéndice de nosotros mismos; dondequiera que estemos, está también nuestro aprendizaje.

 
                           WILLIAM SHAKESPEARE
            Aún cuando la gente podría aprender mucho más si viviera en un mundo donde tuviera libre acceso a las cosas, de todas maneras seguiría siendo  útil contar con la asistencia de otras personas. Dada la máquina de escribir, puede que cada persona trate eventualmente de aprender a mecanografiar, pero cada uno podría aprender a hacerlo de manera distinta. Un mecanógrafo que demostrara la técnica sería capaz de evitarlo, especialmente si hubiera por lo menos dos educandos que se beneficiaran del mismo modelo práctico. En este caso,  los dos educandos podrían comparar sus observaciones y aprender uno de otro. Y si, por último, además del modelo y los dos educandos hubiera también una persona con experiencia previa en la enseñanza de  le mecanografía, una persona que hubiera comprado el adelanto de varios educandos y extraído algunas conclusiones  de valor, podría servir también para reducir el tiempo requerido para aprender a escribir.

El medio indispensable para aprender a mecanografiar es, desde luego, cualquier tipo de máquina de escribir. La persona que sirviera de modelo no es  indispensable, pero podría  reducir, sin embargo, bastante el tiempo de aprendizaje y mejorar asimismo el resultado. El colega educando también es importante, especialmente para ofrecer una motivación y una oportunidad de practicar. El maestro es el menor importante de todos.

Las escuelas invierten ese tipo de lógica. Es verdad que no tratan de enseñar mecanografía sin una máquina de escribir, pero frecuentemente tratan de enseñar una lengua extranjera  sin la ayuda de alguien que la hable, sin alguien con quien hablar en esa lengua, y sin nada que decir en esa lengua que no pueda ser dicho tan bien en la lengua nativa del educando. La enseñanza de la geografía es similar; no beneficia a las personas o cosas pertenecientes a los lugares de que trata.  La música se enseña sin instrumentos o sin músicos; la ciencia y las matemáticas, por personas que las desconocen. Las escuelas presuponen que el maestro es el medio indispensable para que tenga lugar el aprendizaje. En la situación ideal, ese maestro debiera contar con el equipo esencial  para la práctica de la destreza particular y ser capaz también de demostrarla, pero esas son ya consideraciones secundarias. LA necesidad de que haya colegas educandos no pasa del nivel de las palabras; el proceso del aprendizaje se vale muy poco de colegas.

Las escuelas no son tan sólo obstinadamente perversas. Aprender una habilidad, aprender a practicarla con alguien que también la está aprendiendo, y aprender lo que otros han aprendido, son tres cosas distintas, y aunque a veces van juntas no es así frecuentemente. Las escuelas tratan de encontrar maestros  que combinen esas tres clases de aprendizajes, pero lógicamente fracasan  menudo en el intento. Cuando las escuelas logran dar con esa rara combinación la utilizan como si no escaseara en absoluto. AL maestro experimentado se le pide que actúe como modelo práctico y como compañero de loe estudiantes individuales, para no mencionar los muchos deberes desvinculados de la enseñanza o el aprendizaje. La habilidad más escasas en los maestros es el diagnóstico de las dificultades con que tropieza el aprendizaje, habilidad que se adquiere mediante la observación del aprendizaje en circunstancias variadas.

En la escuela, la utilización de esa habilidad de por sí escasa se halla supeditada a repartirse el tiempo con todas las otras funciones que forman parte del papel del maestro. La mayoría de los sindicatos de maestros y de los administradores escolares se oponen incluso a dar papeles especializados a veteranos maestros que ya han adquirido la habilidad de diagnosticar. De esa manera las escuelas logran acaparar brillantemente una cantidad de recursos educativos y escasearlos. Una vez           que juntos han empaquetado todos esos recursos todos esos recursos, proceden a volver al paquete boca abajo.

No obstante, lo que hacen las escuelas provee un modelo excelente para la organización de los recursos educativos. No hay más que utilizar el modelo al revés. Cada recurso educativo se debe administrar independientemente de cada uno e los demás y establecer un orden de prioridad inverso al de la escuela.  La atención debe recaer primero en la disponibilidad de la información bajo forma de registros, y en la disponibilidad d los instrumentos que sirven para producir e interpretar esos registros así como otros objetos que sirvan para almacenar información. La segunda prioridad debe recaer en la disponibilidad de modelos de ciertas técnicas,  personas que puedan hacer demostraciones de la destreza que se quiera adquirir. La tercera prioridad debe radicar en la disponibilidad de colegas genuinos, compañeros de aprendizaje con quienes compartir realmente lo que se vaya aprendiendo. La cuarta y última prioridad debe dirigirse a la provisión de educadores que por virtud de sus experiencias puedan facilitar el uso de los medios de aprendizaje más esenciales. Puede parecer que los educadores deban ser los primeros en importancia, aunque sólo  fuera para encargarse de evaluar y emplear correctamente os otros recursos. Sin embargo, e evidente que eso es lo que los educadores hacen peor cuando se les incorpora a las escuelas; no porque sean educadores, sino porque las escuelas les otorgan el poder necesario para corromper sus juicios.

Los modelos para el aprendizaje de habilidades se diferencian de los objetos de educativos  en dos casos importantes. En primer lugar, se debe consentir personalmente en que se los emplee como recursos educativos. En segundo lugar, tienen  a menudo la suficiente flexibilidad adicional y otras ventajas secundarias como para que valga la pena obtener su consentimiento. En esta era técnica el empleo de tales personas es conveniente, pero no estrictamente necesario, puesto que es posible registrar sus habilidades en discos o medios audiovisuales de una y otra índole. En un experimento sobre la instrucción computada que se llevó a cabo recientemente en la Universidad de Stanford, Patrick Suppé demostró la mayor flexibilidad de los modelos humanos. En dicho experimento se programó a las computadoras para enseñar lectura y aritmética a niños del primer grado escolar. Las computadoras funcionaron apropiadamente mientras un maestro se colocó detrás de cada niño  para encargarse de sus respuestas inesperadas. Una de las respuestas típicas consistió en la inserción de un lápiz debajo de los botones que operaban a la computadora.  Desde luego, que era posible programar a esas computadoras de manera que pudieran encarar cada una de las reacciones inesperadas, pero al final del tercer año de experimentación los programadores estaban más rezagados que al comienzo con respecto a los niños. Las computadoras son capaces de enseñar a otras computadoras,  pero al parecer, al menos por un determinado tiempo, los modelos humanos continuarán sirviendo mejor a los aprendizajes humanos.

 Hay una gran abundancia de  modelos de habilidades. En cualquier barrio hay casi siempre más personas  con alguna habilidad particular que personas que deseen aprenderla. Las excepciones más importantes tiene lugar cuando se inventa alguna técnica o se la importa a algún   territorio nuevo. Cuando eso sucede, los modelos de habilidad proliferan  rápidamente emparejando muy pronto a la demanda por sus servicios. Las escuelas y otras instituciones igualmente monopolistas son las únicas en que escasean los modelos técnicos. Las escuelas tratan de impedir el empleo de modelos  no pertenecientes al sindicato de maestros. Algunos de los músicos más famosos del mundo, que habían huido de Alemania durante la época del terror nazi, al llegar a Estados Unidos se encontraron con que no se les permitía enseñar música en las escuelas. Los sindicatos y las asociaciones profesionales también restringen la utilización desautorizada de técnicas, creando frecuentemente  una grave escasez de servicios vitales. Por ejemplo, las enfermeras escasean en Estados Unidos debido principalmente a que las escuelas de enfermería han ampliado  en repetidas ocasiones el curriculum de entrenamiento a tal grado que han puesto el costo del entrenamiento más allá de los recursos de las chicas a quienes la profesión ofrece oportunidad de movilidad social. Las restricciones a la práctica de una técnica se justifican a menudo en términos de los estándares profesionales y protección del público. En algunos casos tales justificativos son ciertos, pero muchos más a menudo son burdamente falsos. Los mejores modelos de habilidades son frecuentemente  aquellos que las acaban de aprender. Los niños aprenden a leer con sus hermanos, hermanas o mayores, y con una facilidad que raya a veces en lo ridículo. Cuando Joseph Lancaster introdujo el empleo sistemático de estudiantes de mayor edad para enseñar a los pequeños, las escuelas inglesas fueron muy económicas durante cierto tiempo. Ese sistema funcionó mejor de lo que las escuelas funcionan en general y era mucho más barato. Al igual que otras formas de escolarización, tiene el fatal defecto de no permitir al aprendiz  escoger su modelo, su materia, o su lugar y horas de instrucción.

El acceso a los modelos de habilidad se debería organizar de tal manera que diera a cada aprendiz la oportunidad de escoger entre el mayor número de modelos posiles y que cada modelo fuera suficientemente flexible en la aceptación o el rechazo de los aprendices. Eso requiere, en primer lugar, una ausencia de restricciones, y, en segundo lugar, una lista lo más completa posible  de los modelos  de habilidades de toda índole. No debiera existir ninguna restricción especial. Las regulaciones entre el modelo y el alumno están sujetas a riesgos y abusos, de la misma manera que  cualquier otra relación humana, pero las leyes y costumbres generales que amparan a tales relaciones constituyen la más perfecta protección existente. Por sí mismo, el aprendizaje no crea peligros adicionales. La ventaja de permitir  que el aprendiz busque y encuentre el modelo con el cual quiera aprender vale, en general, el  riesgo adicional que tal perspectiva trae como consecuencia. El mayor riesgo puede provenir de no aprender  lo necesario.

No es intrínsecamente difícil elaborar catálogos o repertorios conteniendo los nombres    de los modelos de habilidad. La elaboración de directorios realmente útiles y extensos puede ser tan valiosa, sin embargo, como para merecer una inversión considerable. La responsabilidad inherente a la elaboración y administración de esos catálogos debiera probablemente ser investida como un servicio público.  Se podría ofrecer el registro  gratuito de quienes deseen hacer disponible sus habilidades. Las personas que no deseen inscribirse, podrían  de todas maneras conservar la libertad de hacer los arreglos convenientes utilizando sus propios medios publicitarios.

Una vez aprendida cierta habilidad, la gente necesita practicarla con alguien. Sin embargo, los colegas reúnen importancia aún antes de que se pase al plano práctico. ¿Quién se molestaría en aprender alguna habilidad determinada a menos que tuviera  con quien compartirla, con quien explorar conjuntamente   el nuevo territorio ofrecido por tal habilidad? La mayoría de las habilidades se aprenden básicamente mediante compañeros, utilizando la ventaja de los modelos que existen en el ambiente. A menudo resulta difícil distinguir entre un colega y un modelo. En las relaciones interpersonales cotidianas no hay necesidad ni ventaja en efectuar tal distinción. Por el contrario, el aprendizaje es mejor cuando ésta no se efectúa. Existe, sin embargo,  una diferencia que sólo se puede pasar por alto si así lo desean quienes participen del aprendizaje. Los colegas son iguales por definición y obtienen del intercambio beneficios iguales. Pueden jugar juntos al tenis, hacer juntos una expedición, estudiar matemáticas juntos o juntos construir un campamento. Los colegas contribuyen por partes iguales al alcance de los objetivos. No es lo mismo cuando se trata de ayudar a un hermano o hermana menores a aprender lo que desean. Puede que durante algún tiempo resulta algo tan entretenido, pero la diversión pierde su sabor  con más rapidez. Las relaciones entre colegas son libremente elegidas y mantenidas libremente. En tal caso de los modelos de habilidades, se necesita algún tipo de compresión para el modelo si es que la relación ha de durar tanto como lo desee el aprendiz. De ahí que sea necesario ingeniar un método de comprensión para los modelos, cosa que no es necesaria en el caso de los colegas.

Para encontrar colegas es suficiente saber dónde están y cómo llegar a ellos o bien escribir o llamar por teléfono. Lo que la mayoría de los niños necesita con ese fin es simplemente disponer de barrios libres de los peligros principales. Sin embargo, a medida que las habilidades aumentan  los mejores jugadores se adentran más en su campo con el fin de encontrar mejores contendientes; la comezón de un niño particular por la botánica le viene grande a los otros miembros de su pandilla, los aficionados serios al ballet comprueban que sus filas van disminuyendo.

Tal como están organizadas las cosas las escuelas son los suplementos de los barrios, pero las escuelas crean tantas barreras como facilidades entre los grupos de colegas. En las escuelas, los grupos de colegas se constituyen ya sean en torno a  los objetivos del maestro o a los intereses de los vendedores de droga. Los grupos iniciados por estudiantes interesados en la educación la pasan muy mal compitiendo con cualquiera de los grupos antes mencionados. Pero, para los quinceañeros, el barrio ya no sirve como base adecuada para sus contactos; si sirviera, sería más fácil descartar el automóvil o el teléfono.

En el caso de los adultos, cuyos intereses a menudo son altamente especializados, ni siguiera las grandes ciudades puede proporcionarles verdaderos colegas. El mejor ejemplo de ello lo da la comunidad científica, que tiene que ser mundial para permitir fructíferos encuentros entre los colegas. La misma comunidad científica sirve también de ejemplo para mostrar cómo es posible fomentar o frustrar el apareamiento de colegas.

La estructura lógica característica de la ciencia ofrece un marco de referencia para identificar a personas con interese similares. La lógica de sus reglas y los criterios de la evidencia ofrecen a su vez los parámetros para que tengan lugar encuentros fructíferos. Sus éxitos generan inevitablemente nuevos problemas y a su vez éstos congregan a los exploradores  en torno  a intereses comunes. Todas esas ventajas de la ciencia ― en tanto que red de intereses vinculados que otorgan una base ideal  para la formación de grupos de colegas ― han sido hoy canceladas por barreras institucionales. Los intereses de la nación y  de la gran empresa son los que determinan en la actualidad quién puede hablar o escribirle a alguien, en qué términos, cómo y donde. Lo único que queda de todo ello es el modelo de la comunidad científica, disponible para otros grupos de intereses que han tenido menos suerte que la gozada antes por los científicos en formación de grupos fructíferos de colegas.

Las ventajas de la ciencia, en cuanto al fomento de la comunicación entre colegas, no son más naturales que las fuerzas que ahora las han desmantelado. La moderna estructura “lógica” de la ciencia es algo que no existía hace un siglo. Tampoco  se conocía sus publicaciones periódicas, ni las reglas actuales de la lógica o los estándares para medir la evidencia, la semilla de todo eso ya existía, pero  hace dos siglos incluso tales se millas no eran más que pálidos presagios.

Afortunadamente, hay otras comunidades de intereses que no necesitan seguir los pasos de la ciencia. El ejemplo y los productos de la ciencia permiten abreviar  esos pasos. Hoy en día se puede describir de tal forma cualquier área de interés que una computadora puede emparejar a las personas que comparte intereses similares. Es suficiente con que los estudiosos que busquen colegas se identifiquen y especifiquen sus intereses para que puedan encontrar parejas en el barrio, las ciudades la nación o el mundo. La computadora no es indispensable. En el barrio es suficiente con poner los anuncios en un tablero;  en la ciudad basta con un periódico; en el país, con una revista de circulación nacional; y en el mundo, con un periódico de circulación internacional. Todos los medios y muchos más se utilizan ya y deberán ser utilizados para encontrar colegas, pero las computadoras podría hacer que el emparejamiento fuera más senillo y flexible.

No hay razón por la cual una red de emparejamiento de colegas ofrezca dificultades. El usuario se identificaría mediante su nombre y dirección, describiendo las actividades que desee compartir. Una computadora le enviaría el regreso son los nombres y las direcciones de aquellos que hubieran insertado inscripciones similares. Las personas que utilizan el sistema únicamente serían conocidas por los colegas en ciernes.

En fácil entrever loa abusos que se dan en los sistemas de emparejamiento. Van desde el peligro de que agencias gubernamentales puedan compilar los registros originales para controlar d esa forma a los ciudadanos, hasta el grave peligro de que pervertidos sexuales empleen mal la información anunciada en los tableros. Tal como sucede en el caso de la relación entre el modelo y el alumno, estos peligros aumentan a medida que lo hace el número de contactos, pero no aumenta según la naturaleza de los propósitos educativos de dichos contactos. Los sistemas monitores ofrecen un tipo de protección, pero también crean el problema de saber quién controla los monitores. La mejore defensa a corto plazo radica en proveer a los usuarios potenciales de un sistema de comunicaciones con amplia información acerca de los peligros que su uso encierra y con sugerencias para contrarrestar dichos peligros. A largo plazo, sólo el proceso hacia una suciedad justa que alterara las motivaciones de unas personas por otras puede darnos un mundo tan seguro como libre.

Al igual que en el caso de los modelos técnicos, un servicio público podría encargarse gratuitamente de facilitar el emparejamiento de colegas, eso se podría justificar no sólo en términos educativos, sino también en términos del afianzamiento del derecho a la libre reunión. El mismo derecho debería extenderse también hasta incluir la prohibición de reuniones involuntarias, que adoptan la forma de la asistencia obligatoria a la escuela. La asistencia escolar obligatoria, el servicio militar y otras compulsiones actuales serían innecesarias si se tomara en serio la libertad de prensa y la libertad de reunión, y se suministraran recursos públicos  para que todos tuvieran acceso a ellas.

En lugar de declinar, la demanda de educadores aumentará muy probablemente a medida que se reemplace a las escuelas por redes de objetos educativos, modelos de habilidades y grupos de colegas. Esos educadores ejercerán  funciones distintas a las que cumplen hoy  la escuela y no serán todos la misma gente. Aumentará la demanda de quienes sean realmente hábiles en administración, enseñanza y capacidades académicas, así como también sus recompensas en términos de éxitos educativos, libertad profesional e ingresos. Quienes puede ser que encuentren un mercado para sus habilidades serán los hombres de escuela cuyas tareas  fundamentales consiste en: contratación, supervisión y despido de los maestros; relaciones públicas con los padres; elaboración de currículos; compra de textos escolares; cuidado de los edificios y  sus facilidades; supervisión de las competencias atléticas interescolares. Lo mismo sucederá con las maestras que sirven de niñeras,  planean utilizar con otros fines, o bien abandonen la educación a favor de empleos que han sido diseñados más honestamente. Lo expuesto anteriormente no intenta rebajar el mérito a las personas de los maestros y los administradores escolares. Son las escuelas las que los colocan en posiciones imposibles, lo mismo que a los estudiantes.

Habrá, por  lo menos, una gran demanda de tres clases de educadores profesionales: en primer lugar, los arquitectos y los administradores de las redes de recursos que han  sido brevemente descritas; segundo, los pedagogos que pueden ayudar a diseñar eficaces programas educativos individuales, diagnosticar dificultades educativas y prescribir remedios efectivos; tercero, líderes en todas las ramas del aprendizaje.

Las redes de recursos educativos son sencillas en cuanto a sus principios y solamente serán efectivas si no se las complica. Sin embargo, la clase de sencillez requerida a menudo lleva la  marca del genio. Raras son las personas  que son capaces de multiplicar los servicios puestos a disposición de los demás y no interferir al mismo tiempo.

Los diseñadores de las nuevas redes tendrán que entender el conocimiento, la gente y la sociedad en que vivan. Tendrán que  estar dedicados a la idea de una educación individualizada y dirigida al estudiante. Tendrán que comprender las barreras que impiden el movimiento de la información que reúne interés, y saber cómo reducir esas barreras sin generar réplicas contraproducentes. Tendrán, sobre todo, que ser capaces de resistir a la eterna tentación de controlar sutilmente los estudios de sus clientes en lugar de abrir a sus investigaciones puertas siempre nuevas y acaso peligrosas.

Los maestros eran muy respetados antes de que existieran las escuelas, y volverán a serlo cuando se les permita practicar su profesión libremente, sin las restricciones de la asistencia obligatoria, los currículos preceptivos y los muros de la sala de clase. El pedagogo constituirá el eje de una profesión educativa independiente. Pedagogo es actualmente una mala expresión, pero dejará de serlo el día que los estudiantes, los padres y los maestros tengan libertad de tomar decisiones educativas importantes. Cuando ello suceda, estudiantes, padres y maestros necesitarán de consejos y asistencia para seleccionar los programas  de enseñanza, elegir los modelos  de habilidades, descubrir los colegas y encontrar liderazgos para los empeños más difíciles. A diferencia del administrador de la red educativa, el pedagogo independiente no tendrá que suprimir  sus opiniones o valore sen provecho de su cliente. Tendrá libertad para emitir juicios de valor porque sus clientes también serán libres. No tendrán ninguna posibilidad de modelar las decisiones de éstos, salvo a través de la persuasión de sus consejos. Y deberá tener tanta razón como lógica persuasiva,  ya que  será responsable ante sus clientes. Esa profesión no es para los pusilánimes, pero el pedagogo competente hallará en ella las recompensas  del antiguo médico de familia que hizo posible la fama de que hoy gozan los modernos especialistas de la medicina. Desde luego habrá lugar para el desarrollo de varias especialidades pedagógicas, tales como la psiquiatría experimental y educativa que tendrá menos demanda a medida que decline el daño causado por las escuelas. Eventualmente, la nueva profesión pedagógica sucumbirá probablemente ante la superespecialización que hoy afecta a la medicina, pero para entonces habrá ya hecho su contribución.

El papel del líder educativo es más escurridizo que el del administrador de la red educativa o el del pedagogo. Eso se debe a que el propio liderazgo es difícil  de definir en sí mismo. No se ha mejorado la definición de líder hecho por Walter Bagehot, que dice que es el hombre que está en la delantera cuando la gente decide marchar en determinada dirección. LA misma no le quita nada al líder que se coloca en ese lugar por razones relevantes.

El liderazgo, como la educación, no se limita a propósitos intelectuales. Tiene lugar cuando la gente realiza tareas conjuntamente, y en especial cuando las cosas se ponen difíciles. Es entonces cuando sobresale el verdadero liderazgo, que depende más del pertinente aprendizaje previo que de las cualidades tan caras al mundo de la ficción. No hay ningún test válido para el liderazgo, ni siguiera el de su pasada experiencia. Tal como señala Thomas Kuhn en su obra  La estructura de las revoluciones científicas, periódicamente  se comprueba que los líderes más distinguidos estaban básicamente equivocados, incluso en campos tan exactos como el de la física. El liderazgo no tiene, por otra parte, sustituto alguno, y los líderes siguen siendo uno de los recursos educativos más vitales que los educandos deben ser ayudados a encontrar. Por supuesto, los líderes  se recomendarán a sí mismos, y hay que contar con eso hasta en los sistemáticos intentos de emparejar a los educandos con los líderes.

En la práctica siempre existirá una línea borrosa entre los modelos de habilidad y los líderes. Ambos son específicos según el contenido d lo que se haga o aprenda; ambos son especialistas en la materia. Los alpinistas no pueden sustituir a los físicos, y viceversa. Los catálogos y los medios administrativos que sirven para ubicar a los modelos de habilidades pueden utilizarse también para ubicar a los líderes, quienes se identificarán en términos de las capacidades que crean tener, las condiciones que impongan y la forma como se comporten en los encuentros. Las redes pueden ser útiles para encontrar líderes en potencia, aunque únicamente después del encuentro podrá saberse el verdadero valor del oferente.

Basta con hacer más elástico el concepto de recursos educativos para incluir en él a otras clases de personas. No obstante, estas personas son mucho más importantes desde el punto de vista educativo que todos los recursos antes descritos. Se trata de madres, padres, hijos, amantes y todas las otras personas que distinguen a los seres  humanos de los bípedos implumes. No se puede tratar a esas personas como a recursos educativos porque  esencialmente son algo más. No se pueden organizar las relaciones familiares, eróticas, económicas y políticas como si su principal propósito fuera educativo. No obstante, todas ellas tienen implicaciones educativas de una importancia enorme, que no es posible negar aunque dichas relaciones no puedan ser manipuladas con fines específicamente educativos. A menos que la gente disfrute esencialmente  de buenas relaciones humanas,  no puede ser educada ni educadora. El recurso educativo fundamental es, por tanto, un mundo en el cual la mayoría de la gente tenga buenas relaciones con los demás. Paradójicamente puede ser que quizá la propia educación sea el medio principal para hacer posible un mundo semejante.

Una vez más es necesario poner énfasis en que la distinción entre los varios tipos de recursos educativos humanos sólo tiene sentido  en términos económicos y administrativos. Sería un error para los individuos que se trataran entre sí, o a sí mismos, en una forma que se confine a una y otra de las categorías mencionadas. Sin embargo, las distinciones de ese tipo y similares son vitales por razones económicas. El empaquetamiento de los recursos educativos termina su escasez o su abundancia, su alto o bajo precio. A su vez, eso es lo que determina si la educación, y el resto del privilegio, continuará siendo la prerrogativa de unos pocos o si la educación y la justicia estarán al alcance de todos.

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